Por Rafael Palacios
¿Cómo llegamos a esta locura?
Manifestación en Madrid contra la policía del pensamiento
El siglo XIX alumbró al mundo dos ideas que cambiaron el sentido de su
vida: la creencia de que había habido una evolución espontánea, no
dirigida, desde organismos simples a la compleja mente del hombre, y la
existencia de una secuencia genética del ser humano donde residirían
todos los secretos de su conducta.
Si
la una (el darwinismo) apunta a que el ambiente (que comprende la
cultura) crea al hombre, la segunda (la genética), afirma que todo viene
dado por los genes, con lo cual, poco o nada se puede hacer por variar
el destino. Añádase la creencia en el mal originario del hombre y la
deriva hacia el caos de la sociedad se considerará inevitable En la
disyuntiva científica de la época, una corriente darwinista iría
asociada a la izquierda (dando primacía a la cultura), mientras que la
genética (asociando los genes con Dios), sería asociada a la derecha
política. La una propugnaría que la cultura es la solución a todos los
problemas y la segunda sostendría que todo pasa por seleccionar a
quienes van a transmitir sus genes, haciendo que sólo los mejores se
reproduzcan.
El segundo gran postulado darwinista (?los mejores adaptados
sobreviven?) sería la manera de ligar a Darwin con la genética,
fundamentando las teorías eugenistas que, desde el siglo XIX en
Inglaterra, propugnaban nuevamente la selección procreadora de un cierto
tipo de individuos.
El siglo XX y el comienzo del XXI han variado el escenario de esta
batalla de ideas desde la creencia en que el ambiente lo era todo
(darwinismo tradicional) a la época actual, en la que se pondera que
todo está escrito en los genes, de manera que nada se puede cambiar. En
el juego de manos entre una y otra, como veremos, se ha debatido la
política que ha gobernado nuestras vidas desde entonces, apoyada en los
postulados de la psiquiatría y la psicología.
Millones de personas en el mundo son expulsadas de la sociedad por culpa de las drogas psiquiátricas
ASÍ NACE LA PSIQUIATRÍA A finales del
siglo XIX se funda la psicología como una rama de la filosofía, que
busca el conocimiento del ser humano. Poco tiempo después, nace la
psiquiatría, desgajada de la medicina. Ambas disciplinas, aunque
aparentemente enfrentadas, llevarán caminos ideológicos paralelos.
El término ?psiquiatría? procede del griego, significa literalmente
?médico del alma? y aparece por primera vez en el Tratado de la Locura,
en 1758, de W. Battie. En 1811 se establece la primera escuela de
terapia psiquiátrica, en Jena, Alemania, seguida por otra en Berlín.
Desde el primer momento, Alemania se destaca en este campo siguiendo las
corrientes filosóficas de Nietzche y Goethe, entre otros.
Ya
desde su nacimiento, se entablaron polémicas sobre si algo que no puede
ser testado ni cuya existencia puede ser comprobada científicamente,
como es una enfermedad mental, puede ser curado. Desde un principio, el
principal problema de la psiquiatría será demostrar que aquello que
dice, existe de verdad, comenzando por la esquizofrenia, también llamada
?mente dividida?: ¿hay prueba fisiológica de su existencia como puede
haberla de una diabetes, por ejemplo? En 1897, el legislador alemán
Julius Lenzmann dice ante el Reichstag, Parlamento alemán: ?lo peor de
todo es que todo ?loquero? piensa de sí mismo que es más infalible que
el Papa. Y esto es más preocupante, teniendo en cuenta que la mayoría de
esos mismos médicos son psíquicamente inestables. Tengo conocimiento de
juicios en los cuales todos los participantes estaban de acuerdo en que
los más locos eran los propios médicos?.
HISTERIA FRANCESA
La Primera Guerra Mundial, que provocó una gran neurosis en la población
europea, tanto civil como militar, serviría de excusa a este grupo de
poder para lanzar al mundo las bondades de la psiquiatría. En realidad,
la locura provocada por las atrocidades de la gran guerra significó una
extensión del concepto germánico de la ?histeria francesa?, una
enfermedad puramente nacionalista, pues fue diseñada por los propios
teutones para desacreditar a los galos y su origen fue claramente
político: la lucha por la hegemonía de Europa entre esas dos naciones.
El psiquiatra alemán Max Nonne describe así la histeria del hombre post
Primera Guerra Mundial: ?Antes pensábamos que esto solo sucedía en
Francia. Pero ahora la vemos aquí, en Alemania, en todas sus formas:
parálisis de las cuerdas vocales y de las extremidades superiores e
inferiores, temblores en partes del cuerpo, espasmos musculares,
idiocia, incapacidad para ver y caminar, y dislocaciones de las más
diversas formas?. Vemos así, que la causa de esta locura es política:
una guerra a todas luces artificial cuyos paganos fueron los de siempre.
Más tarde, los propios psiquiatras suprimirían el término ?histeria?
para definir estas patologías asociadas a los efectos de la guerra, para
no quitarle valor a sus propios experimentos.
PSIQUIATRÍA: TORTURA MEDIEVAL
Fue nuevamente en el campo de la psiquiatría militar, con soldados que
habían entrado en estado de pánico, en el que se comenzaron a probar las
?novedosas? técnicas psiquiátricas sin prueba alguna que lo
justificara. En concreto, el electroshock, conocido como ?Terapia
Kraufman?, en honor a su creador, se fundamentaba en la idea de que
había que curar un shock con otro shock mayor, en este caso, eléctrico.
Insistimos en que no había prueba alguna de que esta idea tuviera alguna
lógica: la pura realidad es que era una forma de recuperar la tortura
de tiempos medievales, aplicada al presente. El único argumento
probatorio consistía en la supuesta autoridad científica de estos nuevos
magos llamados psiquiatras. Y su autoridad, a su vez, se sostenía
calificando de ?locos? a aquellos que no estuvieran de acuerdo con lo
que este grupo de poder preconizaban Sencillo, ¿no?
En 1870, la psiquiatría y la neurología todavía eran disciplinas
diferenciadas, pero rápidamente llegaron a la conclusión de que si todos
los nervios acaban en el cerebro, entonces la solución para todos los
problemas mentales debía estar ahí, en las conexiones neuronales; de ahí
que crearan la ?neuropsiquiatría?, como la definió el profesor Wernicke
en 1889. Desde el principio, los psiquiatras se enfrentaron a la
psicología, el psicoanálisis y la psicosomatología porque, a diferencia
de todas estas corrientes, sostenían que las causas eran únicamente
físicas. Con la rapidez de un virus, la ?nueva ciencia? se extendió por
Viena, Innsbruck, Berlín, Francfurt, Colonia, Hamburgo y Suiza, sobre
todo Nuevamente, el área germánica.
La psiquiatría se fundó sobre las ideas socialdarwinistas que influyeron
sobremanera en el nazismo, y su objetivo declarado era expulsar a los
débiles mentales del ámbito de la procreación. Su argumentario estaba
basado, por ejemplo, en el libro de Alfred Ploetz ?La aptitud de nuestra
raza y la protección del débil? y fue defendido, entre otros, por
Kraepelin, uno de los primeros psiquiatras alemanes.
Entre los años veinte del siglo XX y la Segunda Guerra Mundial se fundan
las bases de la moderna psiquiatría con financiación de las familias
oligarcas Krupp, Loeb, la Asociación Alemana de Industrias Químicas y la
Fundación Rockefeller, entre otros poderosos lobbyes. En esa época se
crea el concepto de ?higiene mental?, sobre la base de los siguientes
objetivos, como se describe en el libro ?Psiquiatras: los hombres detrás
de Hitler?:
1-Creación de definiciones arbitrarias de lo que es normal y anormal, sano y enfermo. 2-Creación de leyes o decretos gubernamentales sobre tratamiento psiquiátrico y medidas terapéuticas.
Paso 3- Asunción de los roles de agentes del gobierno por parte de los psiquiatras. Paso
4-Una expansión de la definición ?enfermedad mental? para incluir a más
personas y ampliar así, la esfera de los tratados psiquiátricamente.
ESTÍMULO-RESPUESTA: NO HAY ALMA
El también alemán Wilhem Wundt está considerado el padre de la
psicología, pues en 1856 empezó a estudiar el tema en la universidad de
Leipzig, y en 1879 ya contaba con su primer laboratorio donde investigar
experimentalmente. Aunque en un principio el objeto de estudio, al
igual que en la psiquiatría, era el espíritu, pronto se decantó por el
análisis del comportamiento, que era lo analizable y objetivable
mediante datos, enfocándose en cuatro áreas: percepción, reconocimiento
del estímulo, decisión de actuar y reacción al estímulo. Para él, la
investigación sobre la conciencia no tenía sentido porque el espacio
entre estímulo-respuesta estaba únicamente condicionado por la química,
que jugaba el papel de estimuladora en ese proceso. Dado que la
conciencia no se podía medir, era inútil investigarla. De esta
presunción procede el considerar hoy día el enamoramiento como un
proceso químico en el que el alma no tiene nada que ver; se prima la
cantidad (los datos objetivables) por encima de la calidad (los
sentimientos subjetivos). Wundt fue el origen de los psicólogos
conductistas Paulov, Watson y Skinner que se dedicaron a medir
reacciones inconscientes, y de los posteriores sexólogos, con el zoólogo
Alfred Kinsey a la cabeza, que estudiaron la conducta sexual bajo el
mismo protocolo estímulo-respuesta de los estudios con animales. Otra de
sus ?hijas? es la Publicidad, clara hija del conductismo y el
psicoanálisis, que conseguirá producir respuestas condicionadas (la
compra de un producto) a través de estímulos al inconsciente
(generalmente, el sexo).
Wundt formó a Stanley Hall y James Cattel, que fueron los primeros
psicólogos que llevaron esta disciplina a Estados Unidos. El primero
fundó la Asociación Psicológica de Estados Unidos en 1892, y se
especializó en el estudio de los adolescentes, un sector en el que
confluyeron la psiquiatría y la psicología con el claro objetivo de
controlar al Ser Humano desde el momento en el que se asienta su
personalidad.
PSIQUIATRÍA PARA ADOLESCENTES
En 1939, el Doctor Paul Schröder funda la Alianza Alemana para la
Psiquiatría del niño y el adolescente. Procedente de la Universidad de
Leipzig, realiza su primer congreso el año siguiente con la
participación del Ministerio del interior, el Ministro de propaganda,
las organizaciones juveniles nazis y, por supuesto, el Ministerio de
salud. Después de la guerra cambiaría su nombre por el de Sociedad
Alemana para la psiquiatría del niño y el adolescente, con presencia de
los psiquiatras Villinger y Wagner Von Jauregg. Este último fue uno de
los que, durante la Primera Guerra Mundial, aplicaba electroshock a los
soldados para ?curarles de sus histerias?. El discurso inaugural del
doctor Schröder en el congreso nos puede aclarar muchas dudas: ?la
psiquiatría infantil tiene que ayudar a integrar los daños psíquicos
heredados o a niños inadaptados, por su propio bien y el de la
ciudadanía, y el progreso económico. De cualquier manera, no pueden
tratarse al azar y de la misma forma casos diferenciados, sino que se
debe realizar una discriminación constante y experta de los educables y
capacitados, y, al mismo tiempo, un justo y estricto sacrificio de
aquellos sin valor o ineducables?. Está hablando, evidentemente, de
socialdarwinismo o selección de los más fuertes.
Villinger, otro de los creadores de esta rama de la psiquiatría,
ponderaba: ?nuestro éxito educacional no depende tanto de nuestra
preparación educativa y la capacidad, sino de la arcilla que tenemos que
modelar y la madera que tenemos que esculpir?. En otras palabras, están
hablando de reconstruir a un sujeto, desde la creencia en que parte de
la personalidad se hereda.
Otra destacada miembro de esa sociedad fue la genetista Anna Leiter, que
trabajó en Dresde y se refirió explícitamente al carácter hereditario
de la conducta antisocial después de estudiar, supuestamente, a tres mil
niños. ?Así pues, demandamos un análisis responsable de la
extremadamente inusual carencia de emociones en conexión con otras
tendencias reactivas criminogénicas [criminales genéticos] para detectar
a esos niños tan pronto como sea posible, dado que representan un peso
imposible de sobrellevar para la sociedad y un peligro para el país?.
Aunque todavía no se detallaba cómo se haría, los psiquiatras eran
quienes tendrían que decidir a quienes se pondría bajo custodia. Estos
postulados son el origen de esa nueva profesión llamada ?psiquiatra
infantil?. A partir de ahí, estos psiquiatras especializados tomarían el
papel de peritos y asesores en cuestiones judiciales sobre el tema,
bajo la presunción de que eran ?expertos?, cuando su único logro había
sido poner fuera de combate a miles de niños.
Fue a través de ese proceso ideológico y esas consideraciones
filosóficas como se articuló el concepto de ?deserción escolar? que se
erigía sobre cinco categorías: 1-Repetidores de los cursos escolares más bajos.
2-Estudiantes de los cursos más altos a los que se recomienda acudir a escuelas especiales, así como ?expulsados, niños-límite y casos cuestionables?. 3-Niños ineducables.
4-Niños con especiales dificultades de aprendizaje. 5-Niños
cuyos hermanos o familiares han estado en escuelas especiales:
?genética y consideraciones de salud nacional hacen recomendable el
registro preventivo?, se decía en un memorando.
De acuerdo a Lesch, ?no se debe tener consideración por sus padres o
compasión por su naturaleza bondadosa, pues son inapropiadas aquí?. Schröder,
primer líder de esta rama de la psiquiatría, heredero de Kraepelin y
Bonhoeffer, publicó un artículo en 1933 en una publicación médica en el
que definía al psicópata como ?una persona fuera de la media y de lo
normal?. Para él, ?los psicópatas no eran sólo los que comparados con la
media, muestran más o menos autoestima, sino también los que son
extremadamente talentosos, capaces de amar, temperamentales, etc?. De
esta manera, se considera psicópata, por ejemplo, a toda persona con un
alto sentido de la responsabilidad y de los principios. Este fue el
inicio de lo que más tarde sería el DSM (manual diagnóstico y
estadístico de los trastornos mentales). Hay que decir que el citado
Schröeder influyó mucho en la comunidad psiquiátrica y sus ideas fueron
incorporadas a la ideología nazi, como base para saber cuál debía ser
exterminado.
Conociendo esto, no nos extrañará saber que el doctor Hans Heinze,
director del Instituto Laender de Branderburgo y consultor sobre
eutanasia infantil del Tercer Reich, influyó sobremanera en el Comité
Científico de registro y heredabilidad de los daños inherentes, que fue
la organización tapadera para el programa de asesinato de niños y
jóvenes durante la Alemania nazi.
En 1931, Heinze colaboró con Schröder en un libro titulado ?Las
personalidades infantiles y sus anormalidades? en el que definen el
término ?degenerado? en el mismo sentido que luego hablarían del
?psicópata?. ?Degenerado significa desviado de la especie, de la norma,
de un más amplio espectro de la media. Degenerado no es lo mismo que
enfermo. Degenerado también incluye el sobredimensionamiento o
infravaloración de una persona, de un atleta, el talentoso o el genio.
Un degenerado en el área psicológica es alguien que se sale de la norma,
tanto por arriba como por abajo?. La estadística, ante todo; la media
es lo bueno.
El propósito de esta definición, obviamente, era flexibilizar el
concepto para que se pudieran incluir como patológicos todos los casos
que se desearan, lo que deja al psiquiatra la libertad para convertirse
en policía del pensamiento y censurar todas aquellas ideas que considere
?antisociales?, como ha acabado sucediendo con el código DSM. Hoy día,
como se ha relatado en esta revista, la rebeldía o el exceso de
inteligencia (niños hiperactivos) han sido colocados fuera de la
normalidad por el código de los psiquiatras norteamericanos aceptado
mundialmente como ?lo bueno?.
Heinze estuvo involucrado en el diseño de los programas de eutanasia y
específicamente de la eutanasia infantil, lo que comenzó a hacer desde
el manicomio de Branderburgo, influyendo sobremanera en la doctrina
nazi.
Todos los psiquiatras mencionados continuaron con su trabajo una vez
cayó el régimen nazi, y muchos de ellos, como veremos, se fueron a
Estados Unidos, por medio de la Operación Paperclip, que les exoneró del
tribunal de Nuremberg, influyendo decisivamente en la naciente
psiquiatría norteamericana.
En 1948, Stutte y Villinger colaboraron en un artículo titulado ?Tareas
contemporáneas y problemas del tratamiento de la juventud? en el que
proponían una reforma de la educación ?de los social y biológicamente
inferiores? y demandaban que ?el examen, monitoreo y guía de estos
delincuentes juveniles debe ser una tarea psiquiátrica?. Ocho años
después, el propio Stutte solicitó medidas más drásticas en su Manual
para la Educación institucional: ?el infeccioso grupo de los asociales
crónicos debe ser introducido en el sistema sanitario tan pronto como
sea posible, pues están necesitados de tratamiento especial?. Una de
esas medidas propuestas era la esterilización de las personas
minusválidas.
En 1971 concedieron una medalla de la Sociedad para la psiquiatría
infantil al doctor Stutte y a partir de ahí se desarrolló esta ?moderna
ciencia?, con psiquiatras de la Alemania nazi a la cabeza. En su
publicación ?Educación moderna?, el doctor Müller-Küppers escribía:
?desde la base del estudio con gemelos, debemos admitir que hay un
componente hereditario en ciertos comportamientos. A través de la
introducción del tratamiento médico moderno -que puede ser aplicados
también a niños- su curación ha mejorado. El tratamiento
electroconvulsivo [electroshock] puede ser usado si no hay otra forma
terapéutica de tratamiento?
El doctor Remschmidt estudió extensamente el fenómeno de la
hiperactividad en los niños y fue gracias a su influencia que acabó
convirtiéndose en lo que es hoy: una enfermedad tratada con drogas. Los
criterios que consideró para diagnosticarlo son los mismos que hoy día:
hiperactividad, impulsividad, excitabilidad, molesta a otros niños, poca
atención, comienza muchas cosas pero no las termina, se distrae
fácilmente, se frustra fácilmente y quiere que sus deseos se realicen,
llora mucho, cambios bruscos de ánimo, tendencia a cabrearse y conducta
imprevisible. Para Muller-Kuppers todas las posibles soluciones legales a
la delincuencia juvenil han de ser fiscalizadas por los psiquiatras.
El
propósito, obviamente, es que casi todos los niños pudieran ser
encuadrados en esta categoría, y así tenerlos bajo control. Después de
que resultara imposible encontrar fallos orgánicos, el propio Remschmidt
intentó justificarlos por medio de la genética, determinando que el 10%
de los niños son enfermos mentales y por eso necesitan tratamiento. El
presidente de la sociedad entre 1988 y 1990 se pronunció favorablemente
al uso de las drogas en ese momento en el mercado farmacéutico para
tratar estos asuntos. Hacía realidad así la visión del pionero Kraepelin
en 1892 cuando acuñó el término ?farmapsicología?, escribiendo:
?llegaremos a un punto en el que veremos claramente que un remedio
químico puede influir de una manera muy precisa en el proceso de
pensamiento?. Gracias a esa medicación, la comunidad psiquiátrica podrá
experimentar la reacción de los individuos a esas sustancias
empíricamente. Eso, aún admitiendo que el efecto placebo funciona en un
40% de los casos.
En marzo de 1970, un memorándum de los psiquiatras alemanes decía: ?la
enfermedad mental es la más común de nuestra sociedad. Dado el hecho de
que en una sociedad moderna entre el 10 y el 12% de la gente precisa
tratamiento psiquiátrico, es imperativo que el Parlamento y el gobierno
federal se preocupen seriamente de los problemas mentales?. En base a
esa presunción de culpabilidad sin sostén empírico alguno, se pone en
marcha la Operación Enfermedad Mental III, como una lógica evolución de
la propuesta en la Alemania nazi conocida como Higiene Mental que
evolucionó a la Asociación Alemana por la Higiene Psicológica y La Liga
Europea por la Higiene Mental.
Para ello se embadurnará de una pátina compuesta por palabras en latín o
griego con el fin de que el profano no sepa a qué se están refiriendo.
Por ejemplo, ?higiene mental? se convierte en?salud mental? o ?atención
psicológica?. Su fin último no es más que obligar a que el individuo se
adapte a la sociedad (recordemos la frase del místico Krishnamurti ?No
es saludable estar bien adaptado a una sociedad enferma?). Es preciso
recordar que en su origen, el término ?salud mental?, y la política que
se deriva, fueron creados para curar las irritaciones y reacciones en el
trabajo cuando comenzó la revolución industrial. Es decir, lo que hoy
llamaríamos ?estrés?, que no es más que una inadaptación al trabajo
esclavo propiciado por la Revolución Industrial.
LA PSICOLOGÍA SE EXTIENDE POR ESTADOS UNIDOS
Aunque Wundt fuera su creador, la psicología fue desarrollada por su
discípulo ruso Paulov y más tarde por los estadounidenses Watson y
Skinner, siempre sobre la idea de que el hombre se debe adaptar a su
entorno (siguiendo las tesis de Darwin). Ello abrirá la justificación
para el uso de la lobotomía, el electroshock y la terapia con drogas. El
argumento es que el ser humano ha de ser condicionado para poder
colaborar con otros y no convertirse en un estorbo para la sociedad,
debido a su natural egoísmo. Del laboratorio de Wundt saldrían los
psicólogos conductistas que llevarían esta nueva técnica a sus
respectivos países.
Cattell trabajó con Wundt durante tres años y fue uno de los fundadores
de los nuevos métodos de enseñanza. Otro de ellos fue Stanley Hall,
quien fundó el primer laboratorio de psicología en la Universidad John
Hopkins de Baltimore. En 1889 escribió el libro ?Adolescentes: su
psicología y sus relaciones con la fisiología, antropología, sociología,
sexo, crimen, religión y educación?. Uno de sus discípulos fue John
Dewey, que extrapoló las opiniones de Wundt al campo de la nueva
educación: ?alimentando de datos experimentales a un cerebro joven y su
sistema nervioso, más que a sus capacidades mentales, se consigue la
abdicación del rol tradicional del profesor como educador. Su lugar es
reemplazado por el concepto del profesor como guía en la socialización
del niño, llevando a cada joven a adaptarse a una conducta específica
requerida de él, para integrarse en el grupo?. Es decir, la psicología
se pone al servicio del estado para erradicar el alma del individuo.
El alemán Adolf Meyer fue otro de los discípulos de Wundt y Kraepelin,
que fusionó la psicología conductista con la psiquiatría para fundar la
psicopatología. En 1902 se fue a Nueva York, donde trabajó en el
hospital estatal de psiquiatría, transformando el instituto de patología
en el primer hospital psiquiátrico. Tras pasar cinco años en la
Universidad de Cornell, se convirtió en profesor de psiquiatría de la
Universidad John Hopkins, en Baltimore. Junto a Stanley Hall fundaría la
Asociación Americana de Psicopatología, desde donde formaría a los
psiquiatras militares y los programas estatales de salud mental. Para
todo ello contaría con una valiosísima ayuda?
Y, POR SUPUESTO, LOS ROCKEFELLER
La hija del magnate John Rockefeller, Bessie, se casó con el psicólogo
Charles Strong, con el que el patriarca tuvo una gran amistad durante
toda su vida, por lo que se puede intuir que influyó sobre él. Strong,
por supuesto, había estudiado psicología en Alemania; todo aquel que
venía de Alemania, era bien considerado en Estados Unidos. La tercera
hija del magnate, Edith, estudió diez años psicoanálisis con Jung en
Suiza, pero volvió de allí sin haber mejorado aparentemente. Ya desde
ese tiempo, Rockefeller financió universidades, como la de Chicago
(medio millón de dólares de la época) y más tarde, la mencionada
Universidad John Hopkins, donde nacieron los estudios reglados de
psiquiatría. Curiosamente justo el mismo año en el que el mencionado
Adolf Meyer llega allí (1910), la Universidad de Baltimore se destruye
por un incendio, por lo que el dinero de Rockefeller ayudó a su
reconstrucción? Quien pone el dinero, dirige el camino?
En el año 1902, se funda el Rockefeller Institute para la investigación
médica, más tarde llamado ?Universidad Rockefeller?. Su primer
presidente fue Simon Flexner, que había estudiado, cómo no, en Alemania.
Seis años después, las fundaciones Rockefeller y Carnegie se unen para
pagar un estudio sobre las Academias de medicina de Canadá y Estados
Unidos. Encargado al hermano de Flexner (Abraham), el objetivo era
seleccionar de entre las 155 investigadas las más aptas para recibir sus
ingentes cantidades de dinero. Sobre 35 de ellas, el estudio de Flexner
recomendó que se cerraran o fueran fusionadas con otras. La razón es
que todas ellas versaban sobre osteopatía, homeopatía, quiropráctica? En
el informe, Flexner decía: ?Todas ellas están llenas de charlatanes,
cuyos anuncios están llenos de exageraciones, pretenciosas y llenos de
mercenarios no cualificados. Los fiscales y el gran jurado son las
agencias ideales para lidiar con ellos?. La causa profunda de esa
discriminación que pondría fuera del mercado a la llamada medicina
natural es que entiende al ser humano como un todo, dirigido por un ser o
alma, con libre albedrío, justo lo contrario de sus intereses: entender
a un individuo que funciona a base de estímulo-respuesta y, por tanto,
fácilmente manipulable, mediante información, drogas, condicionamiento
mental, etc.
En ese preciso año se pusieron las bases de la moderna medicina, al
decidir que las escuelas médicas deberían responder a unos estándares,
que incluyeran laboratorios de química y patología y que deberían pasar
unos exámenes estatales para practicar la medicina. Todas ellas deberían
estar convenientemente acreditadas para aceptar estudiantes y recibir
fondos. Fue Rockefeller, magnate de la industria petroquímica, quien
decidió qué tipo de medicina se podría llevar a cabo a partir de ese
momento.
Por supuesto, el sello lo pondrían los acólitos de las Fundaciones
Rockefeller y Carnegie, pues ellos tenían el dinero. Entonces se creó el
monopolio actual de la medicina basada en la química.
INSTITUTO TAVISTOCK Y CONTROL MENTAL Oficialmente,
la mítica clínica Tavistock de Londres se crea en 1920 para
proporcionar asistencia médica a las personas sin recursos pero ya en
los años 30, le llegan fondos de Rockefeller. Antes, durante y después
de la Segunda Guerra Mundial estará dirigida por el doctor John Rees,
que quería estar en la vanguardia de la investigación psiquiátrica de
guerra, organizando el primer congreso de especialistas de salud mental
de Europa, Canadá y Estados Unidos. Su objetivo era expandir su campo de
acción desde lo puramente patológico a la medicina preventiva y los
programas sociales, sobre todo en lo que afecta a niños, muy en la línea
de lo expuesto anteriormente en Alemania. Como no tenían cura para
ninguna enfermedad -su únicos éxitos habían sido destruir las células
cerebrales mediante las descargas eléctricas- decidieron que la
prevención les daría la posibilidad de llegar a todo tipo de público. La
conferencia de 1929 articuló los planes para las medidas preventivas.
La educación sexual será promovida desde entonces, bajo estas premisas:
?el principal problema que tenemos es traducir el conocimiento sexual
actual a cómo afecta en el desarrollo de la vida sexual del individuo, y
convertirlo en enseñanza popular?. El zoólogo Alfred Kinsey fue uno de
los que recibió fondos de la Fundación Rockefeller para lograr equiparar
la conducta sexual humana con la animal, siguiendo las teorías
freudianas de que todos los problemas psíquicos están relacionados con
la represión sexual. Influido por Wundt y los conductistas, Kinsey
aplicó los métodos de la etología (psicología animal) para encontrar las
bases de los impulsos sexuales, pero llegó más lejos al inventarse la
existencia de un tanto por ciento fijo de homosexuales, seleccionando
una muestra distorsionada de encuestados en la que primaban los presos
por delitos sexuales. De ahí nacería la mítica cifra del 10% de
homosexuales que, si recordamos, es el mismo porcentaje que los
propuestos como ?psicópatas? (parece que en la élite tienen una obsesión
por el diezmo, seguramente por causas religiosas).
PSICOPOLÍTICA Gracias
al papel del Instituto Tavistock en la Segunda Guerra Mundial, la
psiquiatría tendrá mucha influencia en el campo militar. El responsable
de ello fue Bill Donovan, jefe de las OSS, servicio de
contrainteligencia durante la Segunda Guerra Mundial, y preludio de la
CIA. Donovan estudió técnicas de guerra psicológica en el Tavistock, al
igual que Adolf Hitler, un oscuro cabo en la Primera Guerra Mundial que
recibió entrenamiento en oratoria y liderazgo en ese instituto.
Asímismo, Donovan colaboró en la experimentación con drogas e hipnosis
con Overholser, jefe de psiquiatría del ejército yanqui. Esa
colaboración cristalizaría en el infame programa de control mental MK
Ultra, nuevamente dirigido por psiquiatras y biofísicos alemanes,
emigrados a Estados Unidos después de la segunda guerra mundial Los
hermanos Dulles, que participarían en la creación de la CIA, también
colaboraron con los nazis en estos proyectos a través del complejo
químico germano I.G. Farben.
Los clubes Cosmo y Century agruparon a muchos de los más renombrados
psiquiatras de mediados del siglo XX y ayudaron a los psiquiatras
alemanes a escapar de los juicios de Nuremberg a través de la mencionada
Operación Paperclip, mediante la cual importaron centenares de talentos
nazis a Estados Unidos. Las técnicas de tortura empleadas desde la
Segunda Guerra Mundial, como las que hemos conocido a través de la
prisión de Guantánamo (privación sensorial) o las vejaciones de la
cárcel iraquí de Abu Ghraib son obra de estos psiquiatras que han
estudiado durante décadas cómo doblegar la voluntad de un individuo
hasta que se convierta en un robot, capaz de hacer cualquier cosa,
incluso, convertirse en terrorista, asesino en serie o suicida. La
instrucción militar es, sin ir más lejos, una tortura que tiene por
objetivo fabricar un ser humano carente de emociones que responda las
órdenes de matar sin que la conciencia obstaculice sus actos. Justo lo
que los psicólogos conductistas y psiquiatras idearon hace décadas:
estímulo-respuesta condicionada.
La relación de los psiquiatras con los políticos ha sido constante desde
que Hitler fuera formado en el Instituto Tavistock de Inglaterra. El
presidente norteamericano Franklin Delano Roosvelt sufría de fatiga y
falta de apetito, y su psiquiatra, Francis Braceland, le trató durante
años. John F. Kennedy estuvo en las manos del suyo, Max Jacobson, que
también trató a otras estrellas mediáticas como Elisabeth Taylor, Andy
Warhol, Anthony Quinn, Truman Capote, Tennessesse Williams o Robert
Kennedy. Según el investigador Ronald Siegel, Jacbson siempre tenía una
jeringuilla de metanfentamina preparada para Kennedy, lo que podría
explicar la adicción al sexo que padecía el conocido político. Parecida
relación con su médico particular tenía Richard Nixon, un doctor llamado
Arnold Hutschneker especializado en psicoterapia. En un artículo de
1952 del Washington Post se reseñaba que el citado médico siempre tenía
preparadas sus pastillas para él. Al parecer, su poder como consejero
era tal que el propio Nixon le rendía visita bastante a menudo. En 1970
Hutschneker escribiría un memorandum dirigido a la Casa Blanca en el que
abogaba por realizar tests psicológicos masivos para niños entre 6 y 8
años, y así prevenir las reacciones de niños violentos o con tendencias
homicidas. Nixon reenvió este informe a su departamento de salud y
educación, que lo desestimó, pero el psiquiatra insistió que llevaba la
aprobación del presidente de la nación. El proyecto era calcado a los
planes nazis de la unidad de detección de ?precriminales?, un concepto
lanzado al mundo en la película de Steven Spielberg ?Minority Report? y
del cual se ha comenzado a hablar actualmente en Inglaterra pero cuyo
origen viene, como hemos visto, de muy atrás. A pesar de su fracaso, en
1971 Hutschneker dirigió otro proyecto educativo que tenía como pautas
?estimular el juego en los niños, libres de criticismos y sin juicios,
para que puedan actuar de acuerdo a sus impulsos, sentimientos,
pensamientos, miedos y cabreos bajo la idea básica de que ellos mismos, y
no sus profesores, serán sus propios terapeutas?. En el fondo, su idea
era reemplazar el concepto de ?bueno? y ?malo? en la educación por el de
la ?adaptación al medio? preconizado por los psicoterapeutas. Estos
juegos aparentemente inocentes no eran más que pruebas para catalogar a
los niños y saber cómo reeducarlos. El plan de Huschneker no se llevó a
cabo debido al Watergate, que sacó del poder a su mentor, Richard Nixon,
y provocó una gran desestabilización de su personalidad.
La persona que escribía los discursos de Nixon, Benjamin Stein, recuerda
haber visto al citado médico con jeringuillas y tranquilizantes en la
habitación de al lado del Presidente, y confesarle que eran para el
presidente. En su libro ?Los días finales?, Woodward y Bernstein, los
periodistas que destaparon el caso Watergate, recuerdan que el
Presidente caminaba por los pasillos de la Casa Blanca todas las noches,
hablando con los cuadros de los presidentes que se encontraba. Fue
Hutschnecker quien introdujo en su libro ?Esperanza? el concepto de
?psicopolítica?, que sería la manera de promocionar la psicoterapia en
el específico campo de los líderes políticos y es la base para los que
piensan que los psiquiatras han reemplazado a los sacerdotes de antaño
como ?asesores espirituales? de los políticos por medio de las pastillas
que les recetan.
Como ejemplo, el ex presidente George Bush Padre era adicto al Halción
en 1992, una droga que produce paranoia, alucinaciones e
hiperexcitabilidad, lo que explicaría sus continuos fallos en el
lenguaje. Su hijo del mismo nombre también perdió los papeles en
comparencias públicas en varias ocasiones durante su mandato y bien
podría deberse al exceso de medicamentos para la psique. Sin duda, las
euforias de los políticos durante los mítines de las campañas
electorales se deben a las drogas que consumen y que viene avalada por
la propia literatura científica psicopolítica. Un libro de 1989 titulado
?La llave del genio: depresión maníaca y vida creativa?, teorizaba que
un cierto nivel de manía es un requerimiento esencial para los maratones
políticos.
En
1955 el Instituto Norteamericano para la Salud Mental propone que los
psiquiatras lleguen a las escuelas. En 1963, Kennedy firmó la Ley de los
centros de salud mental que obligaba a los profesores a formarse en
higiene mental, para ?detectar los problemas emocionales de los niños y
ayudar a los padres a superar sus miedos de buscar ayuda para sus
niños?. Diez años después, el psiquiatra Chester M. Pierce realiza esta
diáfana alocución en un congreso sobre educación infantil ?Todos los
niños norteamericanos que comienzan su escolarización a los cinco años
están enfermos de la mente porque llegan a la escuela con lazos con sus
padres, gobernantes, los padres de la patria, la creencia en un Creador?
Es vuestra labor convertir estos niños enfermos en niños del futuro?.
Nos encontramos de lleno, con la usurpación por parte del Estado del
papel de educador de los niños.
Para los psicoterapeutas, la fase del desarrollo de la personalidad
tiene que ver con las pautas de comportamiento que no se ajustan a las
normas de la sociedad, del entorno. En la Conferencia sobre higiene
mental organizada por el Instituto Tavistock en 1929 se proponía
formalmente que ?los tribunales de menores dejarán de ser juzgados de
asuntos criminales y se convertirán en laboratorios de diagnosis y
prevención del crimen?. A partir de ahí, los expertos psiquiatras
participarán en los juicios como peritos y la gente del Instituto
Tavistock guiará los departamentos de infancia de las clínicas
psiquiátricas.
En 1954, el caso Durham cambió la relación de la psiquiatría con la
justicia. En su sentencia, el juzgado de apelación del juez David
Bazelon en el distrito de Columbia dictaminó el cambio en el criterio
tradicional para considerar la ?exculpación por locura?. De ahí en
adelante ya no sería más una cuestión médica sino que se dejaría a los
?expertos? su determinación. Ese era el lógico resultado de décadas
favoreciendo la psiquiatrización de la sociedad, creando la psiquiatría
forense.
Desde entonces, los violadores y psicópatas dejados en libertad por los
psiquiatras han ido continuamente en aumento en todo el mundo, sobre la
base de que no son responsables de sus actos. En lugar de curarlos yendo
al origen de su comportamiento, los psiquiatras han creado delincuentes
perpetuos, amparados en estos falsos forenses. En España, el 78% de los
asesinos por violencia de género estaban en tratamiento psiquiátrico,
según la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos. Otro ejemplo: la mitad
de los 3.000 suicidados al año, también.
El psiquiatra Alfred K. Baur va más lejos al afirmar: ?el término locura
se usa hoy día como sinónimo de irresponsabilidad criminal. El concepto
de responsabilidad tiene sus raíces en la religión, la moralidad y la
cultura. Estoy de acuerdo con Roche cuando dice: ?ninguna psicopatología
puede calibrar la responsabilidad moral: la responsabilidad moral no es
un fenómeno medible de acuerdo a criterios objetivos sino meramente un
símbolo que media la actitud de un grupo sobre una conducta desviada?. Y
sigue: ?otra gran dificultad en la determinación de la
irresponsabilidad criminal reside en el campo de la psiquiatría en sí
mismo. Los psiquiatras tienen una tendencia a dar nombres a los
conceptos y luego lidiar con ellos como si fueran cosas. Esto es verdad
en la mayor parte de las categorías diagnósticas. Términos como
psicosis, psiconeurosis y sociópata son esencialmente indefinibles, y si
se definen, las definiciones no serán generalmente aceptadas por la
simple razón de que no existen?.
Como vemos, la propia locura de los loqueros ha llegado muy lejos: hasta acabar con los fundamentos mismos del Ser Humano.
LA PSIQUIATRÍA SE INFILTRA EN LA RELIGIÓN El
citado J.R. Rees, fundador del Instituto Tavistock, afirmó en el
boletín de los psiquiatras en un artículo ?Plan estratégico para la
salud mental?: ?si vamos a infiltrarnos en las profesiones y actividades
sociales de otros sectores, creo que debemos imitar a los totalitarios y
organizar algo así como una quintacolumna?. Y continuaba: ?hemos
atacado un gran número de profesiones. Las dos más fáciles han sido los
profesores y la iglesia, los más difíciles, los jueces y los médicos.
Dejemos de hablar en términos de higiene mental y hagámoslo como ?salud
mental? y hagámonos quintacolumnistas?. Dado que la religión era la
guardiana del alma del ser humano, para conseguir un humano que
funcionara en base a estímulo-respuesta, es decir, fácilmente
manipulable, parece comprensible que intentaran dinamitarla por dentro.
Y para dinamitar la espiritualidad y asimilarla a la locura, lo primero,
fue cargarse a Jesucristo. Según el psiquiatra William Hirsch, ?Cristo
tenía todos los rasgos de un perfecto paranoico?. Después, se
encomendaron a sabotear la idea del bien y del mal.
El psiquiatra del Instituto Tavistock Brock Chisholm propuso abandonar
el concepto de bien y mal, y sustituirlo por el de ?capacidad natural
para disfrutar de la satisfacción de urgencias naturales?, es decir, que
no piense y se deje llevar por sus impulsos más básicos (violencia,
sexo, poder), de ahí los juegos que hemos visto con los niños. Liberados
de ataduras morales, los psiquiatras se vieron como las personas que
gobernarían el futuro de la especie humana. Estas declaraciones de
Chisholm así lo delatan: ?la psiquiatría debe ahora decidir el futuro
inmediato de la especie humana. Ningún otro puede. Esta es la primera
responsabilidad de la psiquiatría?.
Desde la base de la inexistencia del alma y que todo se soluciona con
una respuesta condicionada por un estímulo, sin bases morales, su
siguiente presa fue la religión. La
psiquiatría se infiltró en las iglesias a través de organizaciones como
la Sociedad para la psicología pastoral y médica, en la que los
conceptos arriba descritos se fueron introduciendo en la religión. En
1947, el Grupo para el progreso de la psiquiatría convenció a la
audiencia religiosa reunida en un seminario de que los objetivos de la
psiquiatría y los de la religión eran los mismos. La clave, como
siempre, está en dar más importancia a la sociedad sobre el individuo:
?Los métodos de la psiquiatría ayudan a los pacientes a conseguir salud
en sus vidas emocionales para que puedan vivir en armonía con la
sociedad y con sus estándars?. Y continúa: ?desde hace siglos, la
religión y la medicina han estado relacionadas. La psiquiatría como una
rama de la medicina ha estado tan relacionada con la religión que a
veces han resultado inseparables. Mientras ha ido progresando, han
asumido diferentes roles, pero continúan compartiendo su deseo de
mejorar al ser humano?.
Desde los años 50 la psiquiatría ha ido usurpando roles de la religión.
Así, en 1954 se creó la academia de la religión y la salud mental, que
incluía a curas de diferentes religiones y a psiquiatras y psicólogos.
William Colson, uno de los psicólogos que se infiltraron en la religión,
reconoció en 1993 que sus acciones adoctrinadoras provocaron el cierre
de numerosos conventos de monjas y monasterios franciscanos: ?provocamos
una epidemia de perversiones sexuales entre el clero y los terapeutas?.
El objetivo final, como comentábamos al principio, era destruir el alma,
e igualar al hombre con el animal. El psicólogo Paul Pruyser, director
del departamento de la Fundación Menninger lo resume con estas palabras:
?la palabra ?alma? ha perdido su significado. Los hombres y los
animales se pueden ya ver como una continuidad, más que como dos
categorías de seres distintas. La fe, el amor y la esperanza yo no se
verán más como virtudes sino como procesos empíricos en carne y sangre?.
Recuadro. Aldous Huxley y las profecías de su libro ?El Mundo Feliz?
Muchos se preguntan cómo se posible que Aldous Huxley anticipara en 1933
tantas tendencias y tecnologías que hoy marcan el ritmo de nuestras
vidas Quizás, aclarará saber que su
hermanastro Andrew fue un biofísico premio Nobel de Medicina y que su
hermano Julian, fundador de la UNESCO, fue un destacado eugenista. Todos
ellos eran nietos de uno de los mejores discípulos de Darwin, Thomas
Huxley, por lo que pertenecían a la estirpe de biólogos que dieron
comienzo a su era moderna. Hace ya tantos años, sabían del poder de la
genética pues ahora se ha conocido que la reina Isabel II fue concebida
in vitro. La profética obra de Huxley, Un Mundo Feliz, en la que se
describe un mundo futurista frío en el que los niños son
obligatoriamente concebidos in vitro y sólo a unos pocos ?individuos
alfa? se les permite relacionarse sexualmente es, sin lugar a dudas, un
documento que se anticipó al futuro de un hombre que ?sabía?.
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Porque la injusticia no tiene sexo Y la Justicia, tampoco
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